Pues sí. Tal y como algunos ya habréis supuesto, hoy vamos a hablar del miedo.
El miedo cumple, en general, una función muy importante: nos protege. Nos mantiene alejados de las cosas que podrían lastimarnos.
Es una emoción común, instintiva y, sobre todo, muy primitiva.
Algunos de los objetos de nuestro miedo parecen escritos en nuestro código genético. Así, las serpientes y reptiles, las arañas, las tormentas y las alturas, por ejemplo, son temores que afectan a un amplio porcentaje de personas a lo largo de todo el mundo. ¿Por qué es así? Bueno, imaginaos a nuestros antepasados, viviendo en las cavernas, sin apenas comodidades, sin medicina ni hospitales… Cualquier animal venenoso, cualquier herida infectada, fractura o enfermedad podía acabar fácilmente con sus vidas. Debían aprender a sobrevivir. Y así, a través de las experiencias de los seres humanos durante miles de años, fueron inscribiéndose estos temores en nuestro propio instinto.
Estos temores son los conocidos como miedos atávicos.
En ellos podemos incluir, de forma muy determinante, el miedo a la oscuridad y su versión más elaborada y actual: El miedo al monstruo que vive en nuestro armario.
Puedo decir que yo tuve una infancia un tanto peculiar, ya que mis miedos no eran los comunes. En mi armario no vivían monstruos, pero yo creía que en el larguísimo pasillo que llevaba hasta mi dormitorio en la primera casa en la que viví hasta los tres años de edad, vivía un niñito pálido que me daba algo de yuyu. Además, el dragón chino del cuadro de la pared me seguía con los ojos cuando iba a acostarme… Pero la oscuridad me reconfortaba, ya que sumida en ella podía soñar e inventar imágenes maravillosas a partir de las cuales crear los cuentos que narraba a mis pacientes muñecas. En el silencio, escuchando la relajante respiración de mi hermana dormida, ponía las manos debajo de mi cabeza y, cerrando los ojos, me concentraba en alguna imagen que me gustara. Poco a poco, el sueño me invadía y, generalmente, me convertía en la protagonista de la imagen que había fijado justo antes de quedarme dormida.
Pero no quiero desviarme del tema. Sólo recordad el miedo al monstruo del armario, porque pronto volveremos a él.
Expliquemos ahora otros miedos, miedos más actuales y, hasta cierto punto, más individuales. Y digo hasta cierto punto porque, en realidad, algunos de esos temores son compartidos por muchas personas repartidas a lo largo del mundo. Son los miedos adquiridos o aprendidos.
Desde el mismo momento en que nacemos, somos miembros sintientes (y padecientes) de la sociedad y de diversas comunidades que forjan, a través de enseñanzas, nuestro carácter. Primero, pertenecemos a un pequeño grupo que tendrá una capacidad de influencia tremenda a lo largo de toda nuestra vida: la familia. Esta familia puede influir tanto porque sea beneficiosa como porque no lo sea, porque exista o porque falte… Hay un refrán muy interesante que dice que todos «sufrimos a nuestra familia».
Nuestros familiares más cercanos se encargan de guiar nuestras primeras experiencias, nuestras primeras relaciones con el mundo. Nos cuidan y nos protegen en el mejor de los casos, nos inculcan valores y rutinas… y temores.
Esto mismo ocurre con los diferentes grupos de amigos que desfilarán a lo largo de nuestra vida. Y con las instituciones educativas y con todo aquello que influya, en mayor o menor medida en nuestra vida.
Y ahora vamos con el monstruo del armario.
Llevo ya un tiempo hablando con personas a las que les gusta escribir. Quizás a raíz de comenzar a subir mi novela a este espacio, me he vuelto más sensible a este hecho: Al ser humano le gusta fabular. Nos encanta contar y que nos cuenten historias, actividad que, por otra parte, es de suma importancia para nuestra alma. Algunos logramos llegar hasta el final y escribir una narración completa, otros abandonan antes de acabar por diferentes motivos, pero, todos aquellos que tenemos un manuscrito acumulando polvo en nuestras estanterías tenemos también un miedo en común, nuestro propio monstruo del armario…
Cierto es que muchos escribís por hobbie y que nunca os habéis planteado una carrera en el mundo literario. Quizás ni siquiera os interese. Pero también es cierto que muchos de los que afirman no querer dedicarse a la escritura de forma profesional mienten. ¿Cómo lo sé? Pues porque después de asegurar rotundamente (lo rotundo suele esconder una negación) que no quieren dedicarse a escribir, continúan buscando excusas y añaden siempre una o varias de estas frases: «Además, no soy suficientemente bueno/a», «no tengo talento», «no tendría tiempo para dedicarme a ello», «no soy original», o incluso una que siempre me deja ojoplática: «no he estudiado»… ¡Como si para escribir una buena novela tuviéramos que ser licenciados! De escuchar una aseveración tan valiente, sin duda Dickens habría lanzado una de sus jocosas risas.
Pero es que, cuando decimos esas cosas, quien habla, en realidad, es el monstruo que vive en nuestro armario. Él es la vocecilla que nos asegura que no somos buenos, que no tenemos talento, que nuestra obra carece de originalidad… y nos ofrece todas las excusas posibles para que no tengamos que lanzarnos a la aventura de intentarlo. Porque si lo hiciéramos, el monstruo tendría que buscarse otro armario en el que le quisieran. Y en el nuestro se está tan calentito y cómodo…
Detrás de todas estas excusas se esconde un miedo muy común en nuestros tiempos y las sociedades modernas: el miedo al fracaso. Tememos al fracaso como si éste fuera el fin del mundo. Pero la verdad es que no es así. Personalmente, considero el fracaso como la situación en la que no nos quedan fuerzas para seguir luchando. Y, aún así, aunque nos encontremos entonces en el fondo de un pozo, algunos seres humanos siguen intentándolo, siguen tratando con todas sus fuerzas de salir a la luz: Aún no han concluido su tarea. Aún no han fracasado. No mientras les queden ganas de seguir.
Pero… ¿qué fracaso hay en intentar realizar un sueño? En realidad, ninguno. Y quizás, cuando tengamos noventa años y apenas nos queden dientes, miraremos hacia atrás y, con el pecho henchido de orgullo, podremos decir «yo al menos lo intenté» ¿os imagináis lo duro que debe de ser, sin embargo, mirar atrás y ver que, en realidad, nunca hicimos nada por realizar nuestro sueño? ¿Os imagináis la sensación de haber dejado que nuestros sueños se marchitaran? ¿De ver que ya es tarde y que ya nunca sabremos qué podría haber sucedido? ¿Lo habríamos conseguido? ¿No lo habríamos conseguido? ¿Qué habríamos aprendido a lo largo del camino? ¿A qué personas interesantes habríamos conocido? ¿Qué experiencias habríamos acumulado?
Y es que, aunque el monstruo del armario se empeñe en decir lo contrario, cuando dejemos nuestra obra en manos de un «entendido» y se nos dé un veredicto negativo, no tenemos que personalizar su respuesta. No nos está rechazando a nosotros. Quizás ni siquiera le haya disgustado nuestro escrito. Puede que no esté en su línea editorial, no disponga de presupuesto para nosotros, no recoja manuscritos de novatos… Hay un montón de motivos por los que se nos puede decir que no, pero no tienen por qué ser necesariamente que nuestra obra no sea buena. Además, ¿cuántas editoriales hay en el mundo a las que les podemos interesar? Pues cada una de ellas es una oportunidad. Así que, ante un NO, siempre podemos seguir intentándolo.
Y eso es lo que quiero deciros desde este espacio: A la mayoría no os conozco en persona, pero con algunos de vosotros he compartido muchos momentos y puede que hasta me hayáis hablado de vuestros sueños. Seguid intentándolo, luchad y no cejéis. Poco a poco, el camino se hará más llevadero, os haréis más fuertes y vuestra zancada por la vida será mucho más amplia y firme si tenéis un sueño que perseguir.
Dentro de una semana llegará septiembre, y con él los días serán más cortos, habrá noches más largas y el monstruo puede que nos hable durante más rato. También me acercaré más al momento en el que recibiré el veredicto del editor. Si es positivo, tened por seguro que lo celebraré por todo lo alto. Si no… Bueno, ya le he echado el ojo a otras posibles editoriales en las que mi novela podría encajar.
Personalmente, a partir de ahora, dedicaré mis noches a soñar, porque mi monstruo, en el momento en el que di mi primer paso y envié mi manuscrito, dejó de hablar.
Recuerdo que esa noche me acosté en la oscuridad, cerré los ojos y me vi tomando mi libro, impreso, lo hojeé y aspiré el aroma de sus pliegos, ese olor maravilloso a papel, tinta y cola. Admiré su preciosa portada y acaricié mi nombre, escrito en letras sans seriff negras sobre una ancha banda blanca.
En el silencio de la noche, cuando todos dormíais, de mi armario salió un leve llanto y pude ver una sombra, más densa que la plena oscuridad, arrastrando su etérea corpulencia fuera de mi dormitorio.
Y mi monstruo desapareció.
Si queréis visitar el blog de la artista que ha creado la ilustración del monstruo del armario, haced clic en el vínculo. ¡No os decepcionará!
Blog de la artista María Medel
Te felicito! Me encanta tu obra. No olvides que el universo siempre conspira en favor de los soñadores. Este post es un gran empujón para mí, puesto que «no he estudiado»… =)
Muchas gracias, Leandro, y bienvenido a mi rinconcito literario.
El Universo puede que conspire, pero los soñadores tenemos una gran arma a nuestro favor: la ilusión. Y mientras nos dure, seremos invencibles.
Me alegro de que esta entrada haya sido «un empujón» para ti. No te lamentes por la falta de estudios, lo importante no son los títulos, sino las experiencias, conocimientos e inquietudes que atesores a lo largo de tu vida.
Un beso
Muchas Gracias!!!!!!!!!
Me ha caído un balde de agua helada mientras leía tu escrito (en el mejor de los sentidos), gracias por compartir esto, siempre supuse que no estaba solo en esta lucha, pero esta es una confirmación, una complicidad, un verdadero apoyo y testimonio de que el monstruo no es invencible.
Gracias por inspirarme e inspirarnos de esta manera, por favor continua así.
Saludos.
Gracias a ti, Alonso.
Yo puedo decir que al final logré mi sueño y el pasado noviembre pude presentar al público mi novela así que sí, puedo asegurar que los sueños se cumplen. Me siento muy orgullosa al ver que puedo animar a los otros a conseguirlo también, así que aquí seguiré, contándoos mi vida como escritora, hablándoos de sueños y de ilusiones. Y si alguno de vosotros lo consigue también, sin duda me llevaré una gran alegría.
Un beso, soñador
¡Pero si seré idiota, que en cuanto he visto el correo me he emocionado! ¿Que porras te digo yo ahora? ¡Que me alegro! ¡Que te mando un cariñoso abrazo! ¡Que te lo mereces! ¡Que sin ser nada mío me siento muy orgullosa de ti! Que… 1
¡Uf, mi querida niña, cuanto me alegra tu noticia!
Espero, sinceramente me mandes una invitación. Ten por seguro, que si puedo, no me perderé por nada del mundo esa presentación. Estaré encantada de estar a tu lado en un día tan especial.
¡Te lo mereces, te lo mereces….
Un enorme beso; ¡ESCRITORA!
Jolines, Piper, que había logrado estar una hora sin llorar y me he vuelto a emocionar…
¡Por supuesto que estarás invitada! ¡Será un placer y un honor poder contar contigo ese día tan maravilloso y tan especial para mí… ¡
¡Besazos (algo llorosos, que soy muy sensible, caramba)!
Es hermoso tu post. Lo tenia reservado para leerlo y hoy lo hice a proposito de algo que escribi sobre los miedos… lo tuyo es literatura, lo mio mas reflexion, pero tal vez ambas hoy decidimos enfrentar los miedos y vencerlos…
Muchísimas gracias, Carolina.
Cierto es que lo tuyo es reflexión, pero reflexión del corazón, pues en tus palabras veo condensadas un montón de poderosas y bellas emociones.
Por supuesto que ambas nos enfrentaremos a nuestros miedos y los venceremos, y ojalá por ello otros muchos se animen a decirles a los monstruos de los armarios que, con los soñadores de verdad, no van a poder.
Y es que, ¿qué sería de nuestras vidas si no tuviéramos un sueño para darnos fuerzas e iluminarnos el camino?
Un beso gordote, y a seguir luchando por nuestros sueños
Victoria
Muy evocadora tu entrada !
Que los monstruos sepan que la llevan perdida con gente de tu calibre, gracias por compartir tus sueños, para que otros se animen a lo mismo.
Un gran abrazo,
Gustavo
Muchas gracis, Gustavo
Ojalá, desde aquí, logre que muchos monstruos de los armarios se den cuenta de que el oficio de «metemiedos» está de capa caída cuando se trata de apartar a los soñadores de su querido sueño…
¡Todos a soñar!
Un besote
Victoria
Hola!
Muchas gracias por visitar mi blog y por tu comentario. Y claro que no me importa que incluyas mi dibujo. Es más, me hace ilusión y te agradezco que lo des a conocer. Y enhorabuena por tu blog, es muy bueno.
Hasta pronto!
Muchísimas gracias, María
Viniendo de una artistaza como tú, es todo un halago.
Ojalá el enlace haga que mucha más gente conozca tus dibujos, que son geniales.
Un besazo, artista!