Recuerdos de infancia

Recuerdos de infancia

Como muchos ya sabéis, en noviembre se publicó mi primera novela, White Creek Manor (El Secreto de los  Hawkins). Con motivo de esta publicación, he realizado diferentes eventos entre los que se incluyen      presentaciones, entrevistas y grabaciones.

Todos ellos han sido actos que me han llenado de orgullo y satisfacción, aunque sin duda ninguno tanto    como ese en el que voy a participar este viernes 15 de abril. Y es que para mí, regresar a mi ciudad natal, al  colegio en el que estudié durante toda mi infancia, es un ejercicio emocionalmente intenso.

Comencé a estudiar en el colegio San José de Santander a los seis años, y ya de esa época temprana atesoro  recuerdos maravillosos. Recuerdo lo que llamábamos el “patio de los chiquitines”, que no era sino el patio de recreo en el que los niños más pequeños salían a jugar. Tiene un pequeño jardincillo que a mí en aquel entonces me parecía enorme y maravilloso, sobre todo porque siempre estaba cerrado por una alta verja. Allí recuerdo haber pasado algunos de los momentos más divertidos de esa primera infancia con las amiguitas que me acompañaron hasta el último curso: Estela, Mónica, María Jesús, Nieves, Mari Cruz, Elena…

El momento en el que pasamos al “patio de las mayores” fue algo emocionante para nosotras, ya que de alguna forma se nos consideraba menos infantiles. Allí no solo jugaba, sino que a menudo me resguardaba en una zona techada para leer libros maravillosos que conseguía cada semana en la biblioteca municipal. Allí fue donde me encontré por primera vez con Drácula y con Frankenstein, con Sherlock Holmes y Guillermo de Baskerville, con los Cinco, Hamlet, Cthulhu…

Para que os hagáis una idea, os diré que yo era siempre una de las niñas más bajitas, menudita, con la corbata del uniforme eternamente torcida, por mucho que mi madre se empeñara en enderezarla una y otra vez y los leotardos retorcidos y arrugados en los tobillos, una larga cola de caballo de la que siempre se escapan mechones, ojos de soñadora y una tímida sonrisa. No era conflictiva, mi comportamiento era discreto y, si me aburría durante la clase, cosa que pasaba muy a menudo, me dedicaba a soñar un montón de historias. ¿Mi mayor aspiración? Convertirme en escritora.

Por supuesto, no todo era diversión. Recuerdo que algunas profesoras me daban mucho miedito y aborrecía que me sacaran al encerado a resolver ejercicios o que me preguntaran la lección, porque como era muy tímida, me ponía tremendamente nerviosa, tanto que no atinaba a decir la respuesta correcta, aunque que la conociera. Pero me encantaban las tardes en las que me quedaba con mi grupo de amigas para barrer y limpiar el aula, disfrutando relajadas de aquel espacio severo, riéndonos y echando carreras entre las mesas, saliendo las últimas y atravesando el desierto patio de juego mientras imaginaba un sinfín de aventuras por el camino a casa…

Con el tiempo, decidí estudiar Magisterio y elegí mi antiguo colegio para hacer las prácticas. Ya era mayor, y aquellas profesoras que tanto me impresionaban, eran en aquellos momentos prácticamente mis iguales, por lo que pude ver la situación desde otra perspectiva. De esta forma, me di cuenta de que lo que yo consideraba dureza en el trato era, en realidad, exigencia. Y es que aquellas profesoras tan solo trataban de sacar lo mejor de mí, a veces de forma más acertada, otras con resultados desafortunados. Y es que, aunque no era una niña revoltosa ni conflictiva, mi terrible timidez me convertía en una alumna complicada, inaccesible para todos aquellos que no fueran mis compañeros de juegos.

Ahora regreso al colegio en calidad de escritora, después de haber logrado alcanzar mi sueño y veré a esas profesoras, ya no como figuras de autoridad, sino como amigas, personas que me acompañaron durante muchos años y que, de una forma u otra, me ayudaron a ser la persona que hoy soy.

Esta es mi forma de daros las gracias.

Nota curiosa: Estas somos María Jesús (gracias por la foto!), Nieves, Mari Cruz y yo en el patio de las mayores.

¿Adivináis quién soy yo?